jueves, 3 de junio de 2010

Eduardo

Eduardo estaba llegando.

Se había encontrado con su tío. Era idéntico a su madre; se fueron a su casa, era una casa enorme, probablemente la más grande que había visto en su vida. Le preguntó cómo la consiguió:
Y le contó a que se dedicaba, él le dijo que se dedicaba a hacer pasteles y qué con ello la había conseguido. Eduardo pensó que esta profesión debía de ser a la qué se dedicaba su abuelo, y pensó que no tendría nada que ver con ella. Peró, sus esperanzas se desvanecieron cuándo contó sus aficiones a su tío Miguel, y él le dijo qué lo de la pastelería seguía vivo, y tendría que dedicarse a ello.
Pasaron seis meses, y lo de la pastelería tampoco le parecía tan mal...
Llegó la hora, su tío le dijo qué podía probar de hacer algo él solito, le propuso las madalenas cón chocolate. No le quedaban nada mal, al contrario, estaban buenísimas. Tanto que todo Mallorca sabía que eran las mejores madalenas de la isla, hasta que un personaje muy deseado apareció. Rudy Fernández.
Le dijo que eran tan buenas que merecían las pruebas para el equipo más bueno de Palma.
Sin duda era una gran notícia, podría practicar el baloncesto.
Los entrenamientos iban bastante bien, pero aún le faltaba un poco de integración.
Llegó el primer partido, la cosa iba bastante bien, aún qué no salí titular pude aguantar unos minutos hasta la media parte.
Reanudamos el partido.

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