jueves, 3 de junio de 2010

El día 30 de octubre le propuse a Tío Miguel ir a la mañana siguiente de excursión. Él me dijo que podía invitar a Juan y yo acepté.
Nos fuimos a dormir muy entusiasmados esperando al día siguiente.
-¡Tío Miguel, venga vamos!
Yo estaba súper contento.
Fuimos de excursión. De repente Tío Miguel desapareció...
Juan y yo nos tiramos un buen rato para buscarlo y tal y como había desaparecido volvió a aparecer muy asustado:
-¡He visto a un tipo de monstruo rondando por aquí !
-Anda anda, cálmate, que los monstruos no existen - le dije yo.
-Pero, chico ¿cómo quieres que me tranquilice?
Y en ese momento oí un aullido muy potente.
Me eché a correr como un loco hacia casa y cuando llegaron Juan y Tío Miguel me miraron muy divertidos:
-¡Feliz día de los inocentes, Eduardo!- me dijeron.
-Ja, Ja, muy divertido, chicos - les dije.
En ese momento comprendí todo su entusiasmo por la excursión.

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