domingo, 28 de marzo de 2010

Eduardo y tío Miguel se encuentran.

Imagen: Joaquim Mir : Mallorca.

El avión iba bajando. Noté algo en mis pies, como si ya tocaran el suelo. Entonces, todos empezaron a aplaudir, contentos porque ya habían llegado, aunque yo no lo hice. En verdad, pensaba:¿Por qué aplauden? Si el avión no se ha parado. Aún podríamos estrellarnos contra otro avión, pero, por suerte, eso no sucedió.
El piloto nos anunció que ya habíamos llegado a Mallorca. Me desabroché el cinturón y empecé a bajar las escaleras con un poco de prisa. Pasé por un túnel muy chulo que llevaba al interior del aeropuerto, donde se encontraban las maletas en fila, encima de la cinta corredera. Busqué la mía. Era de color pistacho, así que no me costó mucho encontrarla. Entre la multitud había un hombre todo
vestido de amarillo ( supongo que para que me fuera
más fácil encontrarlo) , con una cartulina donde ponía: "Eduardo".
- Hola, tú debes de ser mi tío Miguel.
- ¿Tú eres Eduardo?
Asentí, - sí, soy yo. Encantado.
- Igualmente.
Nos estrechamos las manos. La suya, cálida y fuerte; la mía, congelada y temblorosa.
- Has crecido. La última vez que nos vimos tú tenías unos cinco años, ¿Te acuerdas?
- Bueno...- contesté yo, que me parecía no haberlo visto en mi vida.
- Y ¿qué? ¿Cómo ha ido el vuelo? Me han dicho que ha sido la primera vez.
- Muy bien. Me ha gustado mucho - afirmé yo. De hecho, me había quedado dormido durante todo el viaje, pero eso ya son detalles...
Salimos del aeropuerto y caminamos unos cinco minutos en silencio hasta la parada del autobús. El autobús llegaba tarde y lo esperamos callados. No sabía qué decir y el silencio empezaba a ser incómodo.
Finalmente, llegó el autobús.
Mientras estábamos en él, se me cayó la maleta al suelo y se me abrió.
- ¡Jopetas!- grité.
- No pasa nada. Ahora lo recogemos - me dijo mi tío.
Entre los dos recogimos las cosas y continuamos el viaje.
Mientras miraba por la ventana, me vino una frase de la tele: "Este es el comienzo de mi nueva vida".